Una ciudad con carácter entre patrimonio y modernidad
Situada en el cruce de caminos de Europa, Metz combina armoniosamente una historia milenaria, la creación contemporánea y la dulzura de vivir. Capital de Lorena y prefectura del departamento de Mosela, la ciudad seduce por su rico patrimonio arquitectónico, sus paisajes fluviales apacibles y su vitalidad cultural. Pasear por Metz es viajar a través del tiempo, desde la época galorromana hasta el arte contemporáneo, pasando por la época dorada del gótico y las huellas del periodo imperial alemán.
Explorar los barrios emblemáticos de Metz
El centro histórico de Metz, con sus callejuelas empedradas, sus fachadas de piedra de Jaumont y sus plazas animadas, es el corazón palpitante de la ciudad. Allí se descubre la majestuosa catedral de Saint-Étienne, la plaza Saint-Louis bordeada de arcadas medievales y encantadores cafés, así como los vestigios de las murallas y la Porte des Allemands. Muy cerca, el barrio imperial, construido durante la ocupación alemana, impresiona por la magnitud de sus edificios y la elegancia de sus avenidas. No se pierda los alrededores de la estación, clasificada como monumento histórico, y las magníficas fachadas de estilo Art Nouveau.
Una ciudad de agua con reflejos poéticos
Atraviesada por el Mosela y el Seille, Metz invita a pasear junto al agua. El sector de las Islas, entre los dos brazos del Mosela, ofrece una atmósfera tranquila y bucólica. Las orillas acondicionadas, los puentes antiguos y los jardines floridos componen un decorado propicio para la relajación. El jardín des Amours, cerca del Temple Neuf, revela una vista romántica del casco antiguo. Al atardecer, los reflejos sobre el agua transforman la ciudad en un cuadro viviente.
Un patrimonio notable en cada rincón
La catedral de Saint-Étienne, apodada la “linterna del Buen Dios”, impresiona por sus dimensiones y la riqueza de sus vitrales, algunos firmados por Chagall o Cocteau. El museo de la Cour d’Or revela las capas históricas de la ciudad, desde los baños galorromanos hasta las colecciones de bellas artes. El Centro Pompidou-Metz, con su arquitectura audaz, prolonga esta inmersión cultural con exposiciones de arte moderno y contemporáneo de renombre internacional.
El otro lado del decorado: Metz insólita y secreta
Más allá de sus monumentos emblemáticos, Metz guarda tesoros ocultos. Antiguos pasadizos subterráneos bajo las murallas, baños romanos olvidados bajo la plaza d’Armes, o jardines secretos como el de Boufflers componen otra cara de la ciudad. Recorridos guiados temáticos lo sumergen en los misterios de Metz, ya se trate de sus antiguas fortificaciones, de pasajes desconocidos o de leyendas urbanas.
Una ciudad que vive al ritmo de las estaciones
Metz propone un calendario de eventos rico y variado. En verano, la ciudad se anima con guinguettes, conciertos y proyecciones al aire libre. El otoño celebra la mirabel y la gastronomía regional con ferias como el Festin Urbain o el Village Gourmand. En invierno, los mercados navideños instalados en las grandes plazas sumergen a la ciudad en una atmósfera cálida y mágica. La primavera, por su parte, invita a redescubrir los jardines, las orillas y los festivales artísticos.
Una escena cultural y artística dinámica
Entre los muros del Centro Pompidou, las exposiciones del FRAC Lorraine, los espectáculos del Arsenal o las representaciones del Opéra-Théâtre, no faltan las propuestas culturales. El antiguo solar industrial TCRM-Blida, convertido en un laboratorio de creación urbana, acoge a artistas, diseñadores, artesanos y food trucks en un espíritu de intercambio e innovación. Incluso el arte urbano se instala en las calles de Metz, especialmente en el barrio del Pontiffroy o en algunos muros del centro.
Una gastronomía generosa y sabrosa
La gastronomía de Lorena es protagonista en Metz, entre tradiciones bien arraigadas y creatividad culinaria. Imposible no probar la quiche lorraine, el pâté lorrain o la potée. Las delicias a base de mirabel, los macarons de Boulay o el pastel Paris-Metz completan esta paleta de sabores. La ciudad está llena de buenas direcciones, desde las naves del mercado cubierto hasta mesas gastronómicas, pasando por restaurantes bistronómicos o jóvenes chefs comprometidos con una cocina local y responsable.
Experiencias fuera de los caminos trillados
Para vivir Metz de otra manera, tómese el tiempo para un paseo nocturno entre plazas iluminadas y orillas tranquilas, o una siesta en un parque poco conocido como el Jean-Marie Pelt. Siga una visita literaria tras las huellas de Paul Verlaine, o descubra el patrimonio siderúrgico visitando el alto horno U4 en Uckange. Incluso en bicicleta, Metz se revela a través de sus carriles bici que conducen al estanque, antiguos canales o pueblos vecinos.
Un destino accesible y acogedor
Fácilmente accesible en tren, Metz está a menos de 90 minutos de París y bien conectada con Alemania, Luxemburgo y Bélgica. Ciudad a escala humana, ofrece una amplia gama de alojamientos: hoteles con encanto, grandes cadenas, apartamentos amueblados o casas de huéspedes, todos pueden encontrar su comodidad. Es un destino ideal para un fin de semana cultural, una escapada romántica o una estancia prolongada en la región del Gran Este.













